LOS CRISTIANOS SON HOMBRES QUE NO ESTÁN ESCLAVIZADOS O PEGADOS A LAS LEYES, A LOS MANDATOS, A LAS COSTUMBRES Y TRADICIONES, SINO LLEADOS POR EL AMOR DE ESPÍRITU SANTO.
Los cristianos son llevados por el Amor de Dios al cumplimiento de todas las normas, costumbres, sin que nadie se las imponga, ya que las cumplen voluntariamente por el Espíritu que está adentro de ellos. Va mas allá de las leyes, de las reglas, de los mandamientos, de los deberes, y las obligaciones, etc, que están conformes con la naturaleza humana, porque todo lo hacen por Amor y con Amor.
Efesios 4, 25-32.
Efesios 5, 1-20.
Libro escrito por el Padre JOSE LUIS HERNAEZ MADARIAGA, fundador de las Comunidades de Renovación Cristiana Católica en el Espíritu Santo
domingo, 21 de noviembre de 2010
martes, 16 de noviembre de 2010
90
LOS CRISTIANOS SON HIJOS DE DIOS, HERMANOS DE JESÚS, TEMPLOS DEL ESPÍRITU SANTO, DUEÑOS DEL MUNDO Y CONSTRUCTORES DE LA HISTORIA.
Los cristianos, porque Cristo les ha participado de su Espíritu y los ha introducido en la familia divina, tienen la vida de Dios en su corazón y, por tanto, son hijos adoptivos del Padre y hermanos de Jesús.
Porque el Espíritu Santo habita en ellos, son templos vivos de Dios.
El Padre, el hijo y el Espíritu Santo tienen su morada en ellos.
Porque tienen la fuerza y el dinamismo del Espíritu Santo no caen en el pecado, venciendo el dolor, el sufrimiento, el ambiente malsano, los problemas, las enfermedades, y la muerte.
Hacen pasar la historia de la familia, del barrio, de la patria, del mundo, por donde quiere Dios, porque son constructores de la historia y no la sufren pasivamente ni con resignación.
Juan 1, 1-18.
Juan 8, 34-35.
Juan 14, 23.
Romanos 8, 14-17.
1 Juan 3, 4-10.
l Corintios 6, 12-20.
1 Pedro 2, 1-10.
Efesios 2, 11-22.
Los cristianos, porque Cristo les ha participado de su Espíritu y los ha introducido en la familia divina, tienen la vida de Dios en su corazón y, por tanto, son hijos adoptivos del Padre y hermanos de Jesús.
Porque el Espíritu Santo habita en ellos, son templos vivos de Dios.
El Padre, el hijo y el Espíritu Santo tienen su morada en ellos.
Porque tienen la fuerza y el dinamismo del Espíritu Santo no caen en el pecado, venciendo el dolor, el sufrimiento, el ambiente malsano, los problemas, las enfermedades, y la muerte.
Hacen pasar la historia de la familia, del barrio, de la patria, del mundo, por donde quiere Dios, porque son constructores de la historia y no la sufren pasivamente ni con resignación.
Juan 1, 1-18.
Juan 8, 34-35.
Juan 14, 23.
Romanos 8, 14-17.
1 Juan 3, 4-10.
l Corintios 6, 12-20.
1 Pedro 2, 1-10.
Efesios 2, 11-22.
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